miércoles, 17 de junio de 2009

La señora de los gatos

He conocido personas que tienen cierta obsesión con los animales. Cínicos solitarios que por su orgullo para con el mundo – el clásico ser que despotrica contra la humanidad, jactándose de una superioridad moral bastante patética- se quedan irremediablemente abandonados. La verdad es que si hay algo peor que un egocéntrico, un ignorante, un flojo rematado o un amarrete, son esos que juntan todas estas cualidades pero que por alguna extraña razón, sólo son capaces de atribuírselas a los demás. Y como gatos y perros no toman nota de esto, terminan estos pobres animales viviendo con dichos humanos.

Me llama la atención el caso de esta señora que fue multada por vivir con 3 gatos en un departamento donde el reglamento interno prohibía dicha convivencia. Es extraño porque, en primer lugar, cualquier persona con cierto tino, si es amante de los animales, preguntara si existen problemas con la situación en cuestión. En caso de haberlo hecho, uno igual consulta el reglamento escrito (porque las leyes consuetudinarias terminaron hace unos cuantos milenios) y verifica. Ahí recién uno ve si se muda o no al edificio. De lo contrario, es como no preguntar por el precio de los gastos comunes y luego alegar contra ellos. Además que es sabido que las leyes de copropiedad sufren de vacíos legales contundentes y, para empeorar, nadie ha hecho nada para cambiar eso, pero no va al caso (completamente).

Por otro lado, es particular que su llegada a la penitenciaría haya estado acompañada de pancartas de liberación animal, y grupos por el estilo. No tiene mucho que ver el salvar ballenas y vivir con gatos. Hay cosas más trascendentales que un escándalo mediático producido por una que pinta de mártir a causa de algo tan mínimo y simple como problemas con el vecino. Me pregunto cuál habrá sido la reacción de María Cristina Gaete cuando recibió las quejas. O cuál habrá sido el estímulo de este hombre para presentar semejante denuncia (quizá los dos competían por un puesto en la popularidad del edificio, y de paso, en los medios). Habrá sido algo como “Doña Cristina, sabe que la caca de sus gatos es hedionda y quiero pedirle que se ocupe de eso o sino presentaré una queja…” a lo que esta respondería “Déjate de molestarme, huevón maniático, son mis gatos y te aguantai no más”. O un “Oye vieja de mierda tus gatos me tienen enfermo, voy a demandarte” y una respuesta como “no por favor no lo hagas, son mis niñitas”.

En cualquier caso, el tema es muchísimo más simple de lo que se pinta. No tiene que ver con maltrato animal, ni con derechos éticos, ni con un odio directo hacia los animales. Se resume a un hecho tan sencillo como leer los reglamentos, la letra chica, antes de adquirir cualquier propiedad.

3 comentarios:

Shyckoi dijo...

zambombas!!...

podría pasar por una persona de buen corazón y una acción digna de igualar (el hecho de defender los animales), pero... como cresta se le ocurre tener gatos en un departamento, osea si de verdad amas a los animales lo primero que te debes proponer es darle un lugar digno de su hábitat y creo que un departamento no se compararía jamas a una parcela en el mejor de los casos o a un patio o jardín de una casa normal. si se sigue tomando atención a este tipo de casos faltara solo un mes para que salga otra vieja %&#"! con un león en el patio de su casa en pleno centro de santiago...

Axel dijo...

Y qué se creen estos de greenpeace que no me dejan tener mi ballena azul en el jacuzzi!

mermelá dijo...

Una aclaración, el problema era con la administración, no con los vecinos, en todo caso el problema de la señora María Cristina, que dicho de paso, es psicóloga, debe ser sólo un asunto de figuración pública. De hecho su postura es que quiere ir a la cárcel para cambiar una ley que ella considera injusta, pero coincido contigo en que este reclamo no tiene ni pies ni cabeza, es otra de esas noticias extrañas que de tanto en tanto consumen minutos de tv y palabras de cyber aburridos.

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