El mundo inevitablemente te bombardea. Por mucho que intente mantenerme al margen de asuntos como la política, es imposible no enterarme del panorama actual. La cosa al parecer gira en torno a 3 nombres: Sebastián Piñera, Eduardo Frei y Marco Enriquez-Ominami.
Resulta curioso que estas candidaturas parecieran carecer de propuestas y más parecen dejar entrever las intenciones semiocultas de la política en general: La voluntad de poder.
Campañas mediáticas, dichos sobre candidatos, peleas entre y dentro de las coaliciones, un repentino interés por la unión civil entre personas del mismo sexo (a excepción de Ominami, que siempre abogó por este tipo de leyes) y un sinfín de intentos por apocar la candidatura del otro.
Llama la atención, por ejemplo, que la concertación no ataca al “díscolo” por sus ideas (que pueden resultar buenas o malas, no va al caso) sino por una inminente derrota ante la derecha a causa de su candidatura. Es decir, no importa qué es lo que quiera Marco, Piñera o Frei para el pueblo, lo importante es qué bando esté a la cabeza.
Llama la atención, por ejemplo, que la concertación no ataca al “díscolo” por sus ideas (que pueden resultar buenas o malas, no va al caso) sino por una inminente derrota ante la derecha a causa de su candidatura. Es decir, no importa qué es lo que quiera Marco, Piñera o Frei para el pueblo, lo importante es qué bando esté a la cabeza.
Invito a las personas a que reflexionemos sobre esto, sobre quienes nos pretenden gobernar (tanto personas como equipos). Es común escuchar entre nuestros pares el típico rezo de “los políticos prometen y después no cumplen”. El problema es que ahora ya ni siquiera se están ocupando de prometer algo, como si fuese una obviedad que la masa es inerte y sólo busca una cabeza que los guíe hacia el abismo.
¡No dejemos que nos traten como idiotas!
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