lunes, 14 de septiembre de 2009

Las cosas buenas de Chile


Cuando se acerca el 18, los intelectualoides chilenos suelen confabularse contra los ciudadanos y los someten a un juicio porque, según ellos, somos semejantes a un grupo de loros que repiten todo lo que les dicen. Además, se codean entre ellos como dueños de la verdad y la perfección, tratando a los ciudadanos chilenos como basura sin identidad.

Digo esto porque leía un artículo en Emol que evocaba a varios personajes de las ciencias sociales para hablar de la identidad chilena, y resumiendo sus opiniones, según estos “expertos” no somos más que una cálida manga de estúpidos, arribistas y copiones sin imaginación.

Cuando leo este tipo de opiniones recuerdo siempre el trato que tienen algunos padres con sus hijos, recordándoles continuamente sus defectos, sus fallas, sus errores, en vez de decirles que tienen cosas buenas. Eso, amigos míos, sólo causa más errores, más cabezas bajas y más desmotivación. ¡Reconózcanlo, aunque cueste! Chile tiene cosas buenas, y que hablen lo que quieran ese montón de amargos rostros que no han logrado nada más que estar tras un escritorio y que, por su fracaso, se dedican a destruir la autoestima del pueblo.

Enumeremos cosas buenas de Chile, yo empiezo con una:

A pesar de que la empanada no es chilena, sí puedo decir con conocimiento de causa que nuestra empanada es la más contundente y mejor aliñada del mundo (Dato: Para los argentinos, las empanadas grandes son equivalentes a nuestras empanadas de cóctel, y son malísimas.)

Dale, sin rayar en el nacionalismo imbécil, comenten cosas buenas de Chile.

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