En mi familia siempre ha existido la idea de que es mejor que, en un matrimonio de edad, muera el hombre primero. Esto se debe más que nada a que si mi abuela se muriera antes que mi abuelo, este último no dudaría una semana sin suicidarse.
Hoy leí que, cuando un hombre queda viudo, tiene 6 veces más posibilidades que una viuda de contraer el síndrome del corazón roto (morir de pena), dándome a entender que la creencia de mi familia no está tan errada.
Me imagino que el hombre, al tener una mente más funcional y dirigida que la mujer (que es detallista y abierta), al enamorarse, asume a esta mujer como alguien fundamental en su vida y en sus proyectos, una base importantísima. De hecho, hay teorías que afirman la idea de que todo lo que hace un hombre en su vida es para atraer e impresionar a una mujer. En este sentido, la fémina es el centro de toda la vida del hombre, y cuando éste encuentra una a cual amar, esta mujer en especial entra en un altar (por mucho que con sus pares se regodeen de que no están ni ahí y todo ese blabla tan evidentemente cínico). En cambio, la mujer, que tiene un cerebro con mayor tendencia a la multiplicidad de tareas (pueden hacer 9 cosas a la vez), también debe influir en que la nivelación de sus prioridades (carrera, marido, hijos, casa, por ejemplo) no es tan extrema como la de un hombre, o sea, que cuando una prioridad desaparece, al encontrarse a un nivel similar con las otras, su carencia no resultará vital y no impedirá concentrarse en las demás (si muere el marido, podrá seguir siendo madre y profesional sin ningún problema). En cambio el hombre, al ser más estrecho y desigual, al perder su prioridad fundamental, que es la mujer, cae en un abismo profundo porque siente que todas las otras partes de sí mismo carecen de sentido.
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